Motos en Ho Chi Minh

 Nuevo país, nueva moneda, nueva historia, más motos, más motos, más motos. El tránsito consta de: motos en primer lugar, y camionetas 4x4, colectivos y algunos taxis después. Cruzar la calle es, cada vez, una prueba de vida o muerte, los semáforos brillan por su ausencia. La técnica de cruce consiste en lanzarse a la masa de motos y que te esquiven, esperar una pausa puede costar la juventud.
Lo que ya no se ven son tuk-tuk's y se nota el vacío que dejan. La variante barata de transporte público es: la moto! Y es comprensible, no imagino los simpáticos carritos en medio del caudal de tránsito de acá. Así que con mochila y todo, los conductores de moto te llevan a donde necesites. 
De hecho, cualquier cosa es factible de ser transportada en dicho medio: garrafas de gas, mesada de baño, bolsas gigantes de pelotas... nada es demasiado voluminoso o pesado para no poder ser llevado. 

 
Incluso las veredas se ven afectadas por esta realidad. En algún lugar tienen que estacionar, y si tienen que bloquear las entradas de los negocios o el paso de los peatones, no dudarán en hacerlo. Después de todo, estos últimos no tienen prioridad ni en la vereda. 
Pero, para mi sorpresa, no parece haber accidentes. Al tener que frenar en cada esquina para no atropellar a nadie o chocar con el tránsito que viene en sentido perpendicular, no alcanzan velocidades muy altas y esquivar obstáculos es parte del día a día. 
No solo eso, además logran comer y hasta dormir sobre las motos estacionadas, y no hablamos más que de simples scooters. De alguna forma consiguen acostarse sobre le asiento y dormir la siesta sin caerse. Yo también quiero una moto si es así.


La ciudad en sí, es bastante más moderna y desarrollada de lo que esperábamos. Incluso  hay varias cadenas y marcas internacionales, lo cual nos sorprendió al estar en un país supuestamente comunista (Habla de mi ignorancia sobre Vietnam). Queda pendiente investigar como se aplica esa política. 


Lo que queda claro es que los vietnamitas quedaron  muy afectados con los largos años que pasaron de guerra en guerra, especialmente con la intervención de EEUU. Al visitar el museo de los remanentes de guerra, se entiende por qué. Aunque se nota la propaganda, los hechos, las fotos y las consecuencias a largo plazo, te dejan bastante shockeado. Incluso hoy se cruzas en la calle con gente malformada por los químicos que se usaron durante la guerra, fuerte. 
La respuesta de los vietnamitas tampoco te saca una sonrisa. Es admirable con qué eficacia se defendieron. Solo con ver los túneles subterráneos de 200 kms de largo, y todas las variantes de trampas hechas con restos de bobas y cercos estadounidenses, te das una idea cómo lograron ganar. Los estadounidenses sabían pelear frente a frente, pero en tierra ajena y sin frente donde pelear quedaron en desventaja.
El guía que nos acompañó a los túneles fue bien gráfico contando que le pasa a la gente que le explota una bomba encima... no hacían falta los detalles. Como hijo de soldado en la guerra, se lo veía bastante afectado. Yo después de solo dos días de escuchar y ver sobre el tema, quedé satisfecha por un rato. No me puedo imaginar lo que significa para los que lo vivieron de cerca. Parece irreal. 


Los que dicen que los vietnamitas son antipáticos, que me muestren (o mejor no) dónde están, porque yo no los ví. En general fueron especialmente agradables. Quizás fue coincidencia pero que la camarera se siente a charlar con los clientes, y que me regale su baguette cuando le pregunto dónde comprar, o que la señora que atiende el puestito en la calle me abrace mientras me lee el menú, o que la dueña de la casa de huéspedes donde dormimos me regale una sonrisa amplia y sincera cada vez que me ve, me dan ganas de ser simpático con todo el mundo, y responder de forma especialmente amable que no: a los veinte vendedores callejeros que me ofrecen anteojos, libros, pulseras o incluso marihuana. 
Dije baguette? ah sí, pan! Volvió el bendito pan de cada día. Mucho "franceses colonizadores", mucho "franceses colonizadores", pero al menos trajeron el pan (por si acaso aclaro que no apoyo las colonizaciones, ni aunque lleven el pan). Pero que felíz fui al saborear después de tanto tiempo un pan de verdad, un pan que cruje cuando lo muerdo cediendo a la suavidad de su interior. Y pensar que alguna vez creí que el pan rebanada era mejor, pobre de mí. 
Gracias Vietnam  por tu pan, copate con el dulce de leche y me quedo a vivir acá.


7 comentarios:

  1. Pucha. habia escrito un monton y me olvide de guardarlo. Meri, te decia, que hoy estoy en casa y en la cama siendo casi las 9.30 de la maniana y me compenetro en el mundo de ustedes gracias a tu blog y las fotos tan increibles. Me conmueve la profundidad de la experiencia de ustedes dos, y la belleza de las fotos y no sabes como disfrute de tu baguette y vi las sonrisas que te llenan el corazon. Un abrazo enorme para los dos de Raumati.

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    1. Gracias J! Que alegría que logre hacerte sumergirte un poco en Asia, aún desde la cama.

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  2. Q lindo la gente q sonríe! te prometo hacer pan casero para cuando estés por Buenos Aires otra vez!. Gracias por llevarnos de paseo a vietnam! <3

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    1. Mi amiga Guadalupe me hace pan casero? Quiero ver eso! Gracias a vos por venir!

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  3. Si Guada hace pan casero yo me hago maratonista profesional. Fin del comunicado.

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  4. Prepárate Prieto...q vas a tener q correr una maratón!

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  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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